La actual situación económica, los problemas sociales a nivel
mundial, las guerras en oriente medio, el terrorismo, los asesinatos en masa,
las catástrofes medioambientales, la inseguridad y el hambre, todos enmarcan
una realidad confusa, sin sentido, que inunda cada día nuestras vidas y nos
hace, al parecer, perder toda esperanza de vislumbrar otros escenarios de
crecimiento, equilibrio y prosperidad. Palabras como crisis, hambre,
paro, corrupción, atentado, sequía y guerra, son en la actualidad parte de los
titulares de infinidad de noticias que escuchamos y leemos en la radio, la
prensa tradicional, internet y la televisión.
Los medios de comunicación nos atacan continuamente, sin
dejar espacios para informar de todo lo bueno que está ocurriendo en este mar
de desgracias que nos ha tocado vivir. Los dirigentes de los países más poderosos tratan de
controlar a la población a través de medidas económicas, sociales y
estructurales para mantener el orden.
Los oportunistas aprovechan este momento de debilidad para
hacer más daño a la sociedad a través de la corrupción, la adquisición de
riquezas sin control, la fuga de capitales a paraísos fiscales, la mentira, el
desaliento…
Describiendo esta situación siento ahora mismo un nudo que me
aprieta el estómago, un hormigueo incómodo, náuseas e incluso una pérdida de
energía importante. Me produce una sensación de negatividad y un fuerte
pensamiento arraigado que me impide ver una realidad de forma diferente. Las
únicas fuerzas que parecen quedar en nosotros son las que nos ayudan a
sobrevivir, a levantarnos cada día para tratar de defender lo poco que nos
queda, la dignidad y la libertad para decidir qué es lo que queremos para
nosotros.
Gandhi dijo: “no se nos otorgará la libertad externa más que
en la medida exacta en que hayamos sabido, en un momento determinado,
desarrollar nuestra libertad interna”
Por tanto, si nos sentimos así, dependiendo de lo que ocurre
más allá de nosotros mismos, lo que estamos haciendo es suicidarnos poco a poco,
mermando nuestra libertad interna de decidir lo que es mejor para uno mismo.
Debemos tratar de ver más allá de lo que
nos cuentan, pensar distinto, buscar otras fuentes de información que no sean
lo medios tradicionales, hablar con otras personas que han superado malos
momentos, tratar de encontrar en nuestro entorno personas optimistas, con
visión positiva, que nos ayuden a encontrar el camino, o al menos a hacernos
conscientes de las alternativas existentes. Siempre hay una salida, aunque nos
cueste encontrala, aunque sea un camino lleno de obstáculos, barreras,
limitaciones, dolor y cansancio.
Hasta que hice consciente que ser pesimista es descomponernos,
ser negativo es dejarnos pudrir por dentro, ser agresivos a la larga es causa
del dolor interno y ser arrogante permitir hundirnos con el tiempo. La verdad,
no creo que sea lo más inteligente, a pesar de las circunstancias que nos haya
tocado vivir. No pretendo juzgar a nadie, cada uno de nosotros tenemos nuestras
razones y seguramente muy justificadas, o al menos así lo hemos elegido, por
ello no pretendo que busquemos en estas palabras una confrontación, ni mucho
menos. Solo quiero que aquellos que decidan cambiar, ver otras alternativas,
que está en proceso de cambio, entiendan que existe otra forma de interpretar
las cosas.
Parece que estamos destinados a vivir en otro lugar que no
sea el presente. Siempre viviendo en el ayer o en el mañana, pero no en el
ahora. Estamos enfocados en lo que nos ocurrió, en el pasado y en lo que nos
gustaría ser, en el futuro, pero ¿Y el presente? ¿Cuándo dejamos espacio para
pensar en qué estamos haciendo ahora? ¿Qué podemos hacer en este momento para
mejorar lo que nos está ocurriendo ahora?
Una de las preguntas más poderosas que podemos hacernos para
ser conscientes de los que nos ocurre en este momento es ¿Para qué hacemos lo
que hacemos? ¿Para qué nos comportamos de una manera u otra? ¿Para qué
mantenemos una actitud determinada? ¿Para qué? Hacernos esta pregunta cada día,
en cada situación, en cada comportamiento, nos ayuda a trasladar al presente el
objetivo que buscamos, el fin de las cosas.
¿Para qué me levanto cada día? ¿Para qué trabajo en esta
empresa? ¿Para qué me enfado? ¿Para qué leo las malas noticias? ¿Para qué
mantengo una actitud pesimista? ¿Para qué dejo de hablar a un amigo? ¿Para qué
me lamento por haber perdido un trabajo? ¿Para qué insulto a otros?
Hazte cada día esta pregunta con todo lo que haces. Dale
tiempo a la respuesta, no intentes contestarte en ese momento, pero no dejes de
buscar las razones verdaderas que te llevan a hacerlo.Debemos ser distintos, cuidarnos y cuidar a los demás, sin
buscar una recompensa. Tenemos que caminar sin pensar en el resultado, sino en
cómo hacemos lo que hacemos y para qué lo hacemos.
Otra clave es entender el proceso de cambio, que no deja de
ser un camino con sus distintas etapas. La primera, la negación seguida del miedo, la aceptación, la
tristeza y la acción. Cada uno de nosotros cuando nos encontramos ante un
cambio pasamos por estas etapas, pero lo más importante es saber que van a ocurrir,
que es un proceso y tenemos que vivirlas para comenzar a tomar acción y
hacernos con las riendas de nuestras vidas. Cuanto antes aceptemos lo que nos
pasa antes actuaremos y comenzaremos a trabajar en soluciones. Cuanto más
tiempo neguemos el cambio, más dolor nos causaremos pensando en el pasado,
instalado en el problema, en las causas, en lo que no pudimos hacer, en por qué
ocurrió lo que ocurrió. Todos estos pensamientos negativos y pesimistas, hacen
olvidar el momento presente y la necesidad de tomar acción cuanto antes: ¿Qué
puedo hacer? ¿Cómo debo actuar? ¿Pará que voy a actuar de esta manera? ¿Con qué
fin? Busquemos respuestas y actuemos porque caminando se mueve el corazón,
tomamos dirección y nos hace sentir libres. Si estamos encerrados mucho tiempo
en un mismo lugar, la mente nos traiciona y nos hace perder perspectiva, nos
causa dolor y desesperanza. La felicidad es un estado que nos causa cada paso
que damos en una dirección deseada y el éxito es el último de los escalones, un
momento de armonía temporal.
Hazte las preguntas adecuadas y encontrarás tu propia vía de
escape. No dejes que la realidad distorsionada decida por ti, busca tus
alternativas y tú forma de vivir. Todos somos libres de elegir la actitud con
la que queremos vivir en cada momento.
“La libertad está en ser dueños de la propia vida” Platón
(427 AC-347 AC) Filósofo griego
Autor: Felipe Ynzenga Aranda (Evolución y
Cambio). 27/12/2012.
No hay comentarios:
Publicar un comentario