Traductor

03 agosto 2016

EL MAESTRO DE BARBA BLANCA

Fecha: 03 de agosto de 2016

Autor: Felipe Ynzenga (Evolución y Cambio)

Eagosto, hace una noche agradable, ya he cenado y tras haber disfrutado de una placida lectura en el sofá del jardín, decido irme a la cama. Me levanto por la mañana, tras un reconfortante y reparador descanso, me doy cuenta que recuerdo perfectamente uno de los sueños que he tenido durante la noche. Lo primero que me viene a la mente es que me encuentro sentado en la mesa de mi escritorio, delante de una libreta, con una pluma en la mano. Me fijo atentamente en el papel y parece que hay algo escrito, aunque al principio se ve borroso, a medida que me esfuerzo para conseguir leerlo, se va aclarando. Después de unos segundos aparece escrita una frase y una pregunta que decía así: “Si hubiera vivido otras vidas en el pasado, ¿qué hubiera sido?”

En ese mismo instante, la luz del escritorio se apaga, todo se vuelve oscuro, y por unos instantes parece que no existe nada más que mi existencia y aquella tenebrosa oscuridad. No alcanzaba a ver nada, y cuando empezaba a sentirme angustiado, al fondo consigo ver una luz blanca, muy intensa, que se acerca rápidamente hacia dónde me encuentro. Inesperadamente todo se vuelve blanco y me veo sentado en una silla, en medio de un salón grande, sin amueblar, y al fondo hay una puerta de color rojo intenso. Está cerrada, todo está en silencio, me siento bien, tranquilo, como si estuviera a punto de recibir algo positivo. En ese mismo instante, la puerta se abre y aparece un hombre alto, de avanzada edad, vestido con una larga sotana de color verde, tiene el pelo y la barba blanca, su mirada es intensa, pero a la vez afable, con paso firme se acerca dónde estoy yo. Me mira a los ojos y veo en él una mirada intensa, que transmite sabiduría, equilibrio, serenidad y mucha paz. Con voz grave, intensa y pausada se dirige a mi diciéndome:

–“Amigo, has vivido intensamente muchas vidas, has lidiado muchos problemas, has experimentado muchas sensaciones, has conocido el dolor, la muerte, pero también la vida y el amor. Has sido rey de un gran reino, padre de muchos hijos, político de un carisma importante, guerrero, gran luchador que ganó importantes batallas, general de un gran imperio, guía espiritual de muchos y pobre desdichado en otro tiempo. Fuiste malvado, sólo en una de tus vidas, para entender lo dañino que puede ser para otros. También hermoso para entender que la belleza es solo un espejo que se rompe. Humilde y pobre para apreciar que la vida es sólo lo que uno siente y actúa. La riqueza y el poder para saber que la justicia sólo es equilibrio y que nunca depende del dinero y el poder. Lo material es superficial y no debe ser algo que pueda condicionar a los hombres. Fuiste guía espiritual y sólo ahí entendiste la grandeza que es el ser en su esencia. El guerrero que te ayudó a entender el amor por la vida y por la familia. Y que el dolor como parte de la ira, no debe atraernos porque es producto de la guerra y la angustia”- 

Después de una larga pausa, aquel hombre sabio, continúa diciéndome con voz pausada –“Humildad, amor, confianza, equilibrio, esencia, claridad, luz, amistad, pureza, ser, todos son resultados de tu experiencia y que llevas contigo. Aunque falta una para completar, la paciencia, sólo ella te dará el equilibrio en tu vida, así sólo serás completo”-

Una vez que aquel anciano paró de hablar todo se vuelve borroso y no consigo recordar nada más de aquel sueño. Después de unos segundos me hago las siguientes preguntas, ¿Qué implica ser paciente? ¿Cómo puede afectar la falta de paciencia en mi vida? ¿Y qué puedo hacer para gestionarla?

A mi entender, la paciencia implica vivir el presente, sentir cada minuto que vivimos, escuchar cada palabra, cada sonido, es estar en el momento, sentir cada emoción, enfocarse en lo que hacemos cada instante de nuestras vidas, implica ser consciente de cada tarea que desarrollamos y evita que estemos en otro lugar que no sea el aquí y el ahora. 

Ser paciente, implica por tanto estar en equilibrio, es estar en un estado de armonía interior, que evita que nos instalemos demasiado tiempo en el pasado, si esto ocurriera estaríamos en un estado de nostalgia y tristeza, que si prevalece mucho tiempo derivaría en una depresión y provocaría en nosotros un desequilibrio en el organismo que nos haría enfermar. Del mismo modo, este estado de equilibrio interno evita que vivamos enfocados en un tiempo futuro, es decir, estar pensando continuamente en lo que no somos o no tenemos, y si esto ocurriera estaríamos viviendo en un estado de expectativa continuo, lo que nos generaría estrés, afectando nuestro estado emocional negativamente. El estado de estrés prolongado genera desequilibrio en nuestro organismo que también puede provocar que padezcamos enfermedades. 

El presente es ese momento llamado ahora en el que somos dueños de nuestra vida, es el espacio en el que podemos ocuparnos de nuestras acciones y decisiones. 

El pasado y futuro son momentos virtuales que creamos en nuestra mente, que llenan de expectativas nuestras vidas, generando un estado de estrés emocional innecesario llamado nostalgia y preocupación. 

Si necesitas resolver algo hazlo, y si ahora no puedes, olvídalo hasta que el momento presente te permita retomarlo.

El ahora es ese lugar en el cual podemos desarrollarnos y evolucionar como personas. El crecimiento personal solo puede gestionarse fuera de nuestro círculo de comodidad en el momento presente. Pero esto es otra historia.

“Lo que más me sorprende del hombre occidental es que pierden la salud para ganar dinero, después pierden el dinero para recuperar la salud. Y por pensar ansiosamente en el futuro no disfrutan el presente, por lo que no viven ni el presente ni el futuro. Y viven como si no tuviesen que morir nunca, y mueren como si nunca hubieran vivido” Dalai Lama.

Cita: 15/10/2018

Cita: 15/10/2018
Cuándo criticamos, lo que hacemos, es proyectarnos en los demás. Es decir, proyectamos nuestra sombra, lo que no queremos ver de nosotros mismos, lo que no nos gusta y en vez de trabajar para entenderlo y tratar de convertirlo en luz, la frustración la descargamos en los demás. Recuerda como maestro a quién críticas porque siempre encontrarás en esa persona lo que quieres mejorar en ti.

Por: Felipe Ynzenga