La naturaleza nos ha concedido dos orejas para escuchar y entender el mundo, sin juicio, simplemente aceptando la realidad tal y como se nos presenta.
También nos ha dotado de una sola boca para transmitir, desde una posición neutra, el aprendizaje interior que se desarrolla gracias a la práctica del silencio reflexivo y consciente, cuyo espacio sólo se encuentra en la observación activa vivida en el tiempo presente.
(Felipe Ynzenga)